Los ojos brillan como protectora
multiplicando los instantes
para que rinda cada hora
contemplando sin cesar los presentes.
Unos cachorros en la mesa
que se divierten sin paisaje
y juegan fraternas destrezas
mientras ella multiplica el pasaje.
Ya es hora del manjar suculento
y todos a una melodía comienzan
saboreando el manjar de talento
de una madre que sabe amar.
Cuando las risas y la lluvia atinan
a considerar una salida prodigiosa
los cachorros se alistan
para acompañar la amada diosa.
Ya brillaron los ojos de amor
ya construyeron senderos de calor
ahora todo es paz y candor
y es hora que cante el ruiseñor.
Jesús Hernando Camacho Mosquera . 3:50 p.m. (casa)
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