A la bravura de un te quiero
y a la inocencia de un adiós
entre el malestar del pordiosero
y a lo que ya no siento a dos.
A los caminos sin sentido
cuando las ramas entrelazan
irrumpiendo en los senderos
cuando los pies ya nos atan.
Cuando pretendiendo respirar
el alma ya no aguanta
del corazón que no sabe amar
hasta que la vida se revienta.
Luciendo multicolores vestidos
la primavera alardea presurosa
hasta con la espina ya herida
llevada el viento en carroza.
Cuán libre es el amor
y cuán esclavizante el temor
cuando el ave no sabe volar
y tropieza contra la roca.
Ahora navega por el mar
el tronco blando sin sentido
con una corriente a no parar
hasta que se reviente de ruido.
Toda ruptura, también puede abrazar la belleza a pesar del dolor presente.
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